jueves, 7 de marzo de 2013

Ensayo, crisis capitalista.

CRISIS CAPITALISTA.

La actual situación económica y financiera, en la que nos vemos inmersos, no es una simple crisis cíclica derivada de una mala gestión de mercados, si no una crisis capitalista y consustancial que, emerge de este mismo sistema, ya que, este, tiende a autodestruir los procesos productivos de ganancia que el mismo impulsa, llevando a parte de la sociedad a situaciones críticas por los problemas derivados de estas.

El capitalismo conlleva, dada su naturaleza intrínseca, una serie de etapas de crecimiento y recesión económica, en el que las crisis se vuelven periódicas en mayor o menor medida. Esto ocurre porque la lógica del capitalismo es, que la producción de un determinado objeto o servicio no dependerá de la necesidad de este si no de la rentabilidad de su producción, la cual, tratará de aumentarse a lo largo del proceso productivo, es por esto que, según Izquierda Anticapitalista (2007) “el capital despliega estrategias que son eficaces desde el punto de vista de una fracción determinada del capital” (p. 2) pero que obtienen como resultado el deterioro del proceso productivo que el mismo impulsa, este hecho es denominado por Karl Marx como “ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia”.

No obstante, este crecimiento y modificación productivo, con sus respectiva recesión es encubierto, tal y como comentará Ignacio Sotelo (2012), “llama la atención que esta evidencia sea ignorada y omitida por la economía dogmática dominante y por la mayoría de los políticos.” (p. 6) no quedándose simplemente ahí esta doctrina neoliberal ya que, además, tratará de acallar cualquiera rebelión en contra del sistema y los frutos de este con el fin de mantener la hegemonía de la que algunos se benefician llevando a cabo estas prácticas.

Como comentará Anguita (2012) La libertad y la Democracia tienen en la sociedad capitalista como límite el punto en que sea cuestionado peligrosamente su fundamento: la propiedad privada de los medios de producción.” y es que, estas crisis cíclicas derivadas del capitalismo son la escusa perfecta para la implantación de medidas que tienden a empeorar la situación económica de la clase obrera, la privación de la libertad mediante recortes en educación y modificación de los contenidos de esta que traen consigo una mayor ignorancia del pueblo, con el fin de que este quede sometido al poder pensando que goza de una libertad total y que por consecuente les priva de los conocimientos básicos que les permiten ejercer su derecho a la democracia tal y como esta debería ser. Es por ello que, Trotsky (1929), denomine al capitalismo, dictadura democrática.

Podemos observar que estas crisis son también el escudo de retrocesos sociales tal como expresa Stéphane Hessel (2011) respaldándose en la falta de dinero:

no entiendo que se diga que el Estado no puede afrontar los gastos sociales y que no hay dinero para mantener y prolongar las conquistas sociales (mucha gente dio literalmente su vida para lograr ciertos derechos laborales y sociales) cuando la producción de riqueza ha aumentado considerablemente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, momento en el que Europa estaba en la ruina.” (p. 25).

Y haciendo por tanto ver que, como dijo José López (2009) No hay un pueblo más alienado que aquél que ya ni siquiera se pregunta sobre el porqué de las cosas que ve a su alrededor” (p. 3).

El capitalismo pasa a ser, por tanto, la herramienta idónea para la clasificación de la población en clases dos sociales, tal y como explica Alberto Garzón Espinosa (2009)

Las dos clases sociales que componen el capitalismo […] son, en sentido estricto, los propietarios de los medios de producción. Dedican su riqueza a invertirla en el proceso productivo y así reproducir la misma en una escala mayor (consiguiendo el crecimiento económico). Los trabajadores son aquellos individuos que carecen de medios de producción y que necesitan vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir (a través de los ingresos que dedicarán al consumo).”

fomentando, por tanto, las desigualdades entre estas y las correspondientes luchas sociales, un ejemplo de ello es la cita de José López (2009)

La lucha de clases […] es inevitable en el sistema capitalista porque el capitalismo fomenta la división de la sociedad en clases, porque las desigualdades exacerbadas son la consecuencia natural de sus postulados y sus acciones” (p. 43).

A pesar de los grandes avances tecnológicos y comunicativos vigentes en el siglo XXI seguimos observando que, el capitalismo y el poder en general, siguen controlando y filtrando tanto la información que nos llega, como las reivindicaciones del pueblo, haciendo uso de métodos represivos silenciosos (vía multa) como físicos, tal y como expresa CJC Valdomero (2013)

Es habitual ver, por medios de comunicación burgueses, las golpizas recibidas por manifestantes, retenciones agresivas, incluso detenciones dolorosas, pero todo el conglomerado represivo, que puede ir desde una simple multa hasta encarcelamientos de larga duración, no son ni más ni menos que obras minuciosamente diseñadas para amedrentar y coaccionar al pueblo.”

Este hecho también es fácil de observar cuando, por ejemplo, Lenin (1920) expresa que
En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones […] Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos […] para <consolar> y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria”. (p. 13).

Esta represión ciudadana, en su mayoría, sin motivo alguno, no suele aparecer en medios de comuncación, y si lo hace, será siempre en canales, revistas y páginas web alternativas.

Esta desigualdad, hacen que existan dos tipos de justicias, como defiende Ignacio Pelaez (2012) "una justicia para ricos y una no justicia para pobres" y por tanto dos tipos de libertades que existirán dependiendo de la situación económica de la persona.

En conclusión, la crisis actual es causa directa del sistema capitalista en que se ve envuelta nuestra sociedad, un sistema que divide a sus ciudadanos en privilegiados y en aquellos que, mediante su trabajo y esfuerzo, mantienen a estos privilegiados, en el que el fin primordial es el individualismo y la lucha entre unas personas y otras para conseguir el mayor poder, en el que las personas son importantes y tienen más reconocimiento por el dinero que tienen y en televisión solo salen “famosillos” que han tenido una relación con X, que juegan a un determinado deporte y ganan millones de euros, o que son el hijo o la hija de alguien que, algún día, hizo algo, y no aquellas personas que investigan la cura del VIH o el cáncer, que luchan por sacar adelante a sus familias con sueldos o prestaciones que no superan, en muchas ocasiones, los 500 € siendo explotados en talleres y fábricas que rozan las mismas características de un zulo.

Vivimos en una sociedad corrompida y corrupta, de la cual, solo podremos salir si comenzamos a cambiar la estructura de esta de raíz, si comenzamos a cuestionarnos los valores que hasta ahora hemos defendido, de individualismo y competitividad, y los cambiamos por igualdad, tolerancia y comprensión, si dejamos de pensar que el enemigo es aquel que lucha por sacar adelante a su familia con un salario mínimo o aquel cuya cultura es diferente a la nuestra y abrimos la mente, comprendiendo, que todos somos iguales, y comenzamos a hacer que las desigualdades se rompan.

Los objetivos por los cuales hemos de luchar son, el fin de las élites y sus privilegios, para conseguir una igualdad de oportunidades total, para lo cual, además de acabar con la propiedad privada, debemos comenzar educando en nuevos valores a las generaciones futuras, para hacer que ellos no vuelvan a caer en los errores del pasado creyendo, como a pasado en la evolución hasta ahora de España, que vamos por el buen camino. Haciendo que el reconocimiento de las personas se mida por los méritos que estas han conseguido. Esta sociedad, además, deberá construir el total derecho de cada persona de elegir sobre ella misma, sin distinción de sexo.

Esta sociedad que hoy vemos lejana, solo se conseguirá con una lucha continua de la, hasta ahora, clase obrera, motor histórico de los cambios sociales realmente fructíferos he igualitarios.

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