La
crisis ha calando hondo en el mundo laboral, los despidos y el paro
se han disparado en los últimos años y familias enteras se ven
obligadas a subsistir con subsidios y pequeños trabajos y chapuzas
fuera del marco legal, en el mercado negro.
Pero
esta situación es aun más extrema en el caso de las mujeres. A
través de la historia la desigualdad de sexo ha estado claramente
ligada al campo laboral, separación entre “trabajos de hombres”
y “trabajos de mujeres” han sido la principal clasificación en
este campo.
Hoy día,
los trabajos que han visto un descenso mayor en demanda eran estos
que, generalmente, se asignaban al género masculino, haciendo que en
muchas ocasiones las mujeres, madres, abuelas, estudiantes y jóvenes
se vean obligadas a sacar a delante a toda la familia. Los trabajos
que hoy día desempeñamos, en pocas, muy pocas, ocasiones se ven
resguardados dentro de un marco legal, talleres ilegales, drogas,
trabajos sexuales... una vez más las mujeres nos vemos obligadas a
perder nuestros derecho y hasta nuestra dignidad por sobrevivir en
esta cruel y machista sociedad.
La
explotación sexual es un claro ejemplo del empeoramiento de nuestra
vida, con esto no me refiero exclusivamente al trabajo sexual, ya que
este, siempre y cuando sea una elección libre sin ningún tipo de
presión o explotación de tercerxs y voluntario no será, a mi
parecer, una explotación. Entonces bien, por explotación sexual
entendamos el simple hecho de que nos veamos obligadas a enseñar o
aguantar algún tipo de vejación para adquirir o mantener un puesto
de trabajo, usar grandes escotes, faldas excesivamente cortas, ropa
ajustada, mantener relaciones con jefxs o clientes... humillaciones
al fin y al cabo.
La
humillación, una fuerte arma que nos aprisiona, que no nos deja
decir no, rebelarnos,
¿por que seguimos aguantando esta sociedad
machista?
¿por que aguantamos tantos golpes?
¿tantas miradas?
¿malas palabras?
¿violaciones?
¿vejaciones?
¿coacciones?
¿silencios?
¿porque creamos estos silencios?
¿porque
callamos?
¿hasta cuando vamos a seguir callando?
¿hasta cuando?
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